Descripción
Seña de identidad. No siempre la madera y la fruta ensamblan a la perfección en un blanco, pero cuando sucede, el roble engrandece los aromas primarios de la uva con matices tostados y especiados. Así ocurre en este vino, dónde la barrica se suma al albariño sin enmascarar su personalidad.
Longevidad. Una joya surgida de seis hectáreas perdidas en un mosaico de pequeños viñedos. Un blanco serio y complejo que marida con la mejor gastronomía, y que es capaz de evolucionar en la botella y mantenerse vivo durante varios años.
Roble en su justa medida. La madera de roble francés Allier enriquece la potencia aromática y gustativa del vino y le otorga una vida más larga una vez embotellado. El roble de Allier posee un grano muy fino que favorece finales de boca muy persistentes.
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