Descripción
Observamos, en el año 1995, que algunas cepas producían uvas cuyo sabor era muy diferente al de las plantas de alrededor. Mientras la sensación habitual de la cata de una uva es de fruta fresca, acida y dulce, nos encontramos que en estos casos la sensación era de plenitud, de volumen, registros más próximos a un vino que a una uva.
Este descubrimiento nos hizo reflexionar sobre la causa del fenómeno y nos llevó a estudiar si era repetible a lo largo de los años y en otros viñedos.
Comprobamos que había cierta predisposición en algunas plantas a que se repitiera, pero además de la genética y de su microclima, también influía el efecto de la añada meteorológica.
Comenzamos a pensar que este fenómeno podía estar ligado a un nivel alto de polimerización de taninos en la propia uva, cuando lo habitual era creer que la unión de unos taninos con otros se producía en el proceso enológico y principalmente durante la crianza en barrica.
Si esto era cierto, las cepas estaban jugando un papel sustitutivo de la crianza y pensamos que elaborando por separado estas uvas conseguiríamos un vino de enorme sedosidad y evitaríamos que la madera robara parte de su riqueza frutal.
El año 1.997 elaboramos nuestro primer CIRSION, que no salió al mercado y comprobamos que con una corta crianza, alcanzó un nivel de sedosidad increíble y una complejidad frutal fuera de lo común.
El siguiente paso fue identificar visualmente los síntomas de las plantas y formar un grupo de vendimiadores capaces de detectarlas.
Cada año, en vendimias, recorremos algunos de nuestros viñedos buscando esta curiosa rareza natural y así, una entre mil, se recogen las uvas de CIRSION.
El resultado es esperado cada año por muchos aficionados de todo el mundo
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